domingo, 27. febrero 2011
¿Donde esta mi fe?
Estoy leyendo la carta a los Colosenses y veo cuan valioso es para mi. Sobre todo me toca el capitulo 2. Cuando leo los subtítulos se trata sobre el encargo de servir a la iglesia y la plenitud de vida en Cristo. Cuan ameno me es el versículo “las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2,2-3). Entonces pienso: Que lindo parece.¿ Pero qué pasa conmigo? No quiero que estas palabras suenen solamente a algo. Quiero absorberlas, que se hagan realidad en mi vida.

Sigo leyendo „abundando en acciones de gracias“ (Col. 2,7). Nuevamente veo como fracaso también aqui. Yo no soy abundante en acciones de gracias. Me doy cuenta que estoy atrapada dentro del materialismo y la seguridad. No soy agradecida, sino veo las cosas como evidentes. Cuando me falta algo de mi abundancia estoy desconforme. Pero escrito está: “Nuestra fe es una fuente de gran riqueza, pero solo para el que se contenta con lo que tiene … si tenemos qué comer y con qué vestirnos, démonos por satisfechos (contentos)” (1 Timoteo 6,6+8). Tenemos mucho más de lo mencionado. Asi que somos bendecidos y a la vez sentimos escasez. La escasez se hace notable a través de la ingratitud. ¿Pero de que padecemos entonces escasez? “Todo esto no es sino la sombra de lo que ha de venir, pero la realidad misma es Cristo” (Col. 2,17). Estoy tan ocupado con mi mismo que no me doy cuenta que Cristo quiere tomar el mando. No me dejo caer completamente en sus brazos. Lentamente me parece entender de que sufro escasez.

Recuerdo cuando Jesús hablaba a sus discípulos: “Hombres de poca fe ¿Por qué teméis (Mateo 8,26), ¿Por qué dudaste? (Mat. 14,31), ¿Por qué decís que no tenéis pan?“ (Mat. 16,8).No nos falta en comida ni vestido, sino en fe. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8,32). Reconozco la verdadera razón de mi falta, que es la fe. Necesito más fe, sino vivo una vida sin propósito.

Si este texto te ha tocado, entonces no sigas con el orden del día. Ten un tiempo con Dios a solas. Piensa sobre tu realción con el Señor y déjate nuevamente tocar por Él. “Porque en él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitude de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Col. 2,9-10)

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